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PENTECOSTÉS

MIÉRCOLES DE CENIZA







Miércoles de Ceniza:  el inicio de la Cuaresma
Miércoles de Ceniza: el inicio de la Cuaresma


La imposición de las cenizas nos recuerda que nuestra vida en la tierra es pasajera y que nuestra vida definitiva se encuentra en el Cielo.

La Cuaresma comienza con el Miércoles de Ceniza y es un tiempo de oración, penitencia y ayuno. Cuarenta días que la Iglesia marca para la conversión del corazón.

Las palabras que se usan para la imposición de cenizas, son:
  • “Concédenos, Señor, el perdón y haznos pasar del pecado a la gracia y de la muerte a la vida”

  • “Recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás"

  • “Arrepiéntete y cree en el Evangelio”.
  • Origen de la costumbre

    Antiguamente los judíos acostumbraban cubrirse de ceniza cuando hacían algún sacrificio y los ninivitas también usaban la ceniza como signo de su deseo de conversión de su mala vida a una vida con Dios.

    En los primeros siglos de la Iglesia, las personas que querían recibir el Sacramento de la Reconciliación el Jueves Santo, se ponían ceniza en la cabeza y se presentaban ante la comunidad vestidos con un "hábito penitencial". Esto representaba su voluntad de convertirse.

    En el año 384 d.C., la Cuaresma adquirió un sentido penitencial para todos los cristianos y desde el siglo XI, la Iglesia de Roma acostumbra poner las cenizas al iniciar los 40 días de penitencia y conversión.

    Las cenizas que se utilizan se obtienen quemando las palmas usadas el Domingo de Ramos de año anterior. Esto nos recuerda que lo que fue signo de gloria pronto se reduce a nada.

    También, fue usado el período de Cuaresma para preparar a los que iban a recibir el Bautismo la noche de Pascua, imitando a Cristo con sus 40 días de ayuno.

    La imposición de ceniza es una costumbre que nos recuerda que algún día vamos a morir y que nuestro cuerpo se va a convertir en polvo. Nos enseña que todo lo material que tengamos aquí se acaba. En cambio, todo el bien que tengamos en nuestra alma nos lo vamos a llevar a la eternidad. Al final de nuestra vida, sólo nos llevaremos aquello que hayamos hecho por Dios y por nuestros hermanos los hombres.

    Cuando el sacerdote nos pone la ceniza, debemos tener una actitud de querer mejorar, de querer tener amistad con Dios. La ceniza se le impone a los niños y a los adultos.
    El ayuno y la abstinencia

    El miércoles de ceniza y el viernes santo son días de ayuno y abstinencia. La abstinencia obliga a partir de los 14 años y el ayuno de los 18 hasta los 59 años. El ayuno consiste hacer una sola comida fuerte al día y la abstinencia es no comer carne. Este es un modo de pedirle perdón a Dios por haberlo ofendido y decirle que queremos cambiar de vida para agradarlo siempre.

    La oración

    La oración en este tiempo es importante, ya que nos ayuda a estar más cerca de Dios para poder cambiar lo que necesitemos cambiar de nuestro interior. Necesitamos convertirnos, abandonando el pecado que nos aleja de Dios. Cambiar nuestra forma de vivir para que sea Dios el centro de nuestra vida. Sólo en la oración encontraremos el amor de Dios y la dulce y amorosa exigencia de su voluntad.

    Para que nuestra oración tenga frutos, debemos evitar lo siguiente:

    La hipocresía: Jesús no quiere que oremos para que los demás nos vean llamando la atención con nuestra actitud exterior. Lo que importa es nuestra actitud interior.
    La disipación: Esto quiere decir que hay que evitar las distracciones lo más posible. Preparar nuestra oración, el tiempo y el lugar donde se va a llevar a cabo para podernos poner en presencia de Dios.
    La multitud de palabras: Esto quiere decir que no se trata de hablar mucho o repetir oraciones de memoria sino de escuchar a Dios. La oración es conformarnos con Él; nuestros deseos, nuestras intenciones y nuestras necesidades. Por eso no necesitamos decirle muchas cosas. La sinceridad que usemos debe salir de lo profundo de nuestro corazón porque a Dios no se le puede engañar.

    El sacrificio

    Al hacer sacrificios (cuyo significado es "hacer sagradas las cosas"), debemos hacerlos con alegría, ya que es por amor a Dios. Si no lo hacemos así, causaremos lástima y compasión y perderemos la recompensa de la felicidad eterna. Dios es el que ve nuestro sacrificio desde el cielo y es el que nos va a recompensar. “Cuando ayunéis no aparezcáis tristes, como los hipócritas que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo, ya recibieron su recompensa. Tú cuando ayunes, úngete la cabeza y lava tu cara para que no vean los hombres que ayunas, sino Tu Padre, que está en lo secreto: y tu padre que ve en lo secreto, te recompensará. “ (Mt 6,6)”


    http://www.es.catholic.net/celebraciones/120/301/articulo.php?id=1259

    COMO VIVIR LA CUARESMA


    1. Arrepintiéndome de mis pecados y confesándome.

    Pensar en qué he ofendido a Dios, Nuestro Señor, si me duele haberlo ofendido, si realmente estoy arrepentido. Éste es un muy buen momento del año para llevar a cabo una confesión preparada y de corazón. Revisa los mandamientos de Dios y de la Iglesia para poder hacer una buena confesión. Ayúdate de un libro para estructurar tu confesión. Busca el tiempo para llevarla a cabo.

    2. Luchando por cambiar.

    Analiza tu conducta para conocer en qué estás fallando. Hazte propósitos para cumplir día con día y revisa en la noche si lo lograste. Recuerda no ponerte demasiados porque te va a ser muy difícil cumplirlos todos. Hay que subir las escaleras de un escalón en un escalón, no se puede subir toda de un brinco. Conoce cuál es tu defecto dominante y haz un plan para luchar contra éste. Tu plan debe ser realista, práctico y concreto para poderlo cumplir.

    3. Haciendo sacrificios.

    La palabra sacrificio viene del latín sacrum-facere, que significa "hacer sagrado". Entonces, hacer un sacrificio es hacer una cosa sagrada, es decir, ofrecerla a Dios por amor. Hacer sacrificio es ofrecer a Dios, porque lo amas, cosas que te cuestan trabajo. Por ejemplo, ser amable con el vecino que no te simpatiza o ayudar a otro en su trabajo. A cada uno de nosotros hay algo que nos cuesta trabajo hacer en la vida de todos los días. Si esto se lo ofrecemos a Dios por amor, estamos haciendo sacrificio.

    4. Haciendo oración.
    Aprovecha estos días para orar, para platicar con Dios, para decirle que lo quieres y que quieres estar con Él. Te puedes ayudar de un buen libro de meditación para Cuaresma.Puedes leer en la Biblia pasajes relacionados con la Cuaresma.

    http://www.aciprensa.com/fiestas/cuaresma/vivircua.htm


    CONFESION

    1. Cumplir con cada una de las partes de la Confesión:
    a) Examen de Conciencia
    b) Dolor de corazón
    c) Propósito de enmienda
    d) Confesión de boca
    e) Satisfacción de obra

    2. Tener presente la forma de confesarse:
    a) Rito inicial:
    Sacerdote: Ave María Purísima
    Penitente: Sin pecado concebida. Bendígame padre porque he pecado. Hace … que hice mi última confesión. Mis pecados son los siguientes…
    b) Cuerpo del sacramento
    - El penitente confiesa sus propios pecados,
    - escucha después la palabra del sacerdote;
    - acepta la obra de penitencia que le es propuesta para satisfacción de sus pecados y para enmienda de su vida,
    - manifiesta su arrepentimiento recitando el ACTO DE CONTRICCIÓN con la siguiente fórmula:

    Señor Jesús, Cordero de Dios
    que quitas el pecado del mundo,
    reconcíliame con el Padre por la gracia del Espíritu Santo;
    purifícame de todos mis pecados
    y haz de mi un hombre nuevo. Amén.

    - finalmente el sacerdote da la absolución al penitente.
    c) Despedida:
    Sacerdote: El Señor ha perdonado tus pecados. Vete en paz.

    Examen de Conciencia

    Examínate – ayudado por estas preguntas - ¿qué pecados has cometido desde tu última confesión? Trata de no quedarte en lo exterior, sino en las actitudes del corazón y las omisiones.
    RUPTURA CON DIOS:
    ¿Amo en verdad a Dios con todo mi corazón o vivo más pegado a las cosas materiales?
    ¿Me he preocupado por renovar mi fe cristiana a través de la oración, la participación activa y atenta en la misa dominical, la lectura de la Palabra de Dios, etc.? ¿Guardo los domingos y días de fiesta de la Iglesia? ¿He cumplido con el precepto anual de la confesión y la comunión pascual?
    ¿Tengo una relación de confianza y amistad con Dios, o cumplo solamente con ritos externos?
    ¿He profesado siempre, con vigor y sin temores mi fe en Dios? ¿He manifestado mi condición de cristiano en la vida pública y privada?
    ¿Ofrezco al Señor mis trabajos y alegrías? Recurro a Él constantemente, o ¿sólo lo busco cuando lo necesito?
    ¿Tengo reverencia y amor hacia el nombre de Dios o le ofendo con blasfemias, falsos juramentos o usando su nombre en vano?
    RUPTURA CONMIGO MISMO:
    ¿Soy soberbio y vanidoso? ¿Me considero superior a los demás?
    ¿Busco aparentar algo que no soy para ser valorado por otros? ¿Me acepto a mi mismo, o vivo en la mentira y el engaño? ¿Soy esclavo de mis complejos?
    ¿Qué uso he hecho del tiempo y de los talentos que Dios me dio? ¿Me esfuerzo por superar los vicios e inclinaciones malas como la pereza, la avaricia, la gula, la bebida, la droga?
    ¿He caído en la lujuria con palabra y pensamientos impuros, con deseos o acciones impuras?
    ¿He realizado lecturas o asistido a espectáculos que reducen la sexualidad a un mero objeto de placer?
    ¿He caído en la masturbación o la fornicación? ¿He cometido adulterio?
    ¿He recurrido a métodos artificiales para el control de la natalidad?
    RUPTURA CON LOS HERMANOS Y CON LA CREACIÓN:
    ¿Amo de corazón a mi prójimo como a mi mismo y como el Señor Jesús me pide que lo ame?
    ¿En mi familia colaboro en crear un clima de reconciliación con paciencia y espíritu de servicio? ¿Han sido los hijos obedientes a sus padres, prestándoles respeto y ayuda en todo momento? ¿Se preocupan los padres de educar cristianamente a sus hijos y de alentarlos en su compromiso de vida con el Señor Jesús?
    ¿He abusado de mis hermanos más débiles, usándolos para mis fines?
    ¿He insultado a mi prójimo? ¿Lo he escandalizado gravemente con palabras o con acciones?
    Si me han ofendido, ¿sé perdonar, o guardo rencor y deseo de venganza?
    ¿Comparto mis bienes y mi tiempo con los más pobres, o soy egoísta e indiferente al dolor de los demás? ¿Participo de las obras de evangelización y promoción humana de la Iglesia?
    ¿Me preocupado por el bien y la prosperidad de la comunidad humana en la que vivo o me paso la vida preocupado tan sólo de mi mismo? ¿He cumplido con mis deberes cívicos? ¿He pagado mis tributos?
    ¿Soy envidioso? ¿Soy chismoso y charlatán? ¿He difamado o calumniado a alguien? ¿He violado secretos? ¿He hecho juicios temerarios sobre otros?
    ¿Soy mentiroso?
    ¿He hecho algún daño físico o moral a otros? ¿Me he enemistado con odios, ofensas o peleas con mi prójimo? ¿He sido violento?
    ¿He procurado o inducido al aborto?
    ¿He sido honesto en mi trabajo? ¿He usado rectamente de la creación o he abusado de ella con fines egoístas? ¿He robado? ¿He sido justo en la relación con mis subordinados tratándolos como yo quisiera ser tratado por ellos? ¿He participado en el negocio o consumo de drogas? ¿He caído en la estafa o el fraude?
    ¿He recibido dinero ilícito?
    http://www.multimedios.org/cuaresma/excon.htm

    AÑOS LITÚRGICO

    El año litúrgico, origen y significado
    La celebración del Año Litúrgico es la vivencia de la vida de Cristo, todas sus etapas desde su nacimiento hasta su muerte.


    El año litúrgico, origen y significado
    El año litúrgico, origen y significado

    Origen del Año Litúrgico

    Las fiestas cristianas han surgido paulatinamente a través de los siglos. Estas nacen de un deseo de la Iglesia Católica de profundizar en los diversos momentos de la vida de Cristo. Se comenzó con la fiesta del Domingo y la Pascua, luego se unió Pentecostés y, con el tiempo, otras más. Los misioneros, al evangelizar, fueron introduciendo las fiestas cristianas tratando de dar un sentido diferente a las fiestas paganas del pueblo en el que se encontraban. Podemos compararlo con una persona que recibe un regalo con una envoltura bonita, la cual guarda y utiliza posteriormente para envolver y dar otro regalo. La Iglesia tomó de algunas fiestas paganas las formas externas y les dio un contenido nuevo, el verdadero sentido cristiano.

    La primera fiesta que se celebró fue la del Domingo. Después, con la Pascua como única fiesta anual, se decidió festejar el nacimiento de Cristo en el solsticio de invierno, día en que numerosos pueblos paganos celebraban el renacimiento del sol. En lugar de festejar al “Sol de Justicia”, se festeja al Dios Creador. Así, poco a poco, se fue conformando el Año litúrgico con una serie de fiestas solemnes, alegres, de reflexión o de penitencia.

    La liturgia es la manera de celebrar nuestra fe. No solo tenemos fe y vivimos de acuerdo con ella, sino que la celebramos con acciones de culto en las que manifestamos, comunitaria y públicamente, nuestra adoración a Jesucristo, presente con nosotros en la Iglesia. Al vivir la liturgia, nos enriquecemos de los dones que proceden de la acción redentora de Dios.

    La liturgia es el conjunto de signos sensibles, eficaces, de la santificación y del culto a la Iglesia. Es el conjunto de la oración pública de la Iglesia y de la celebración sacramental.

    Liturgia viene del griego leitourgia, que quiere decir servicio público, generalmente ofrecido por un individuo a la comunidad.
    El Concilio Vaticano II en la “Constitución sobre la Liturgia” nos dice:
    “La liturgia es el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo. En ella, los signos sensibles significan y cada uno a su manera, realizan la santificación del hombre y así el Cuerpo místico de Jesucristo, es decir, la Cabeza y sus miembros, ejerce el culto público íntegro".

    La liturgia es la acción sagrada por excelencia, ninguna oración o acción humana la puede igualar por ser obra de Cristo y de toda su Iglesia y no de una persona o un grupo. Es la fuente de donde mana toda la fuerza de la Iglesia. Es la fuente primaria y necesaria de donde deben beber todos los fieles el espíritu cristiano. La liturgia invita a hacer un compromiso transformador de la vida, realizar el Reino de Dios. La Iglesia se santifica a través de ella y debe existir en la liturgia por parte de los fieles, una participación plena, consciente y activa.

    Cada celebración litúrgica tiene un triple significado:

    1. Recuerdo: Todo acontecimiento importante debe ser recordado. Por ejemplo, el aniversario del nacimiento de Cristo, su pasión y muerte, etc.

    2. Presencia: Es Cristo quien se hace presente en las celebraciones litúrgicas concediendo gracias espirituales a todos aquellos que participan en ellas, de acuerdo a la finalidad última de la Iglesia que es salvar a todos los hombres de todos los tiempos.

    3. Espera: Toda celebración litúrgica es un anuncio profético de la esperanza del establecimiento del Reino de Cristo en la tierra y de llegar un día a la patria celestial.

    El Año litúrgico es el desarrollo de los misterios de la vida, muerte y resurrección de Cristo y las celebraciones de los santos que nos propone la Iglesia a lo largo del año. Es vivir y no sólo recordar la historia de la salvación. Esto se hace a través de fiestas y celebraciones. Se celebran y actualizan las etapas más importantes del plan de salvación. Es un camino de fe que nos adentra y nos invita a profundizar en el misterio de la salvación. Un camino de fe para recorrer y vivir el amor divino que nos lleva a la salvación.

    Los Tiempos litúrgicos

    El Año litúrgico está formado por distintos tiempos litúrgicos. Estos son tiempos en los que la Iglesia nos invita a reflexionar y a vivir de acuerdo con alguno de los misterios de la vida de Cristo. Comienza por el Adviento, luego viene la Navidad, Epifanía, Primer tiempo ordinario, Cuaresma, Semana Santa, Pascua, Tiempo Pascual, Pentecostés, Segundo tiempo ordinario y termina con la fiesta de Cristo Rey.

    En cada tiempo litúrgico, el sacerdote se reviste con casulla de diferentes colores:

    Blanco significa alegría y pureza. Se utiliza en el tiempo de Navidad y de Pascua

    Verde significa esperanza. Se utiliza en el tiempo ordinario

    Morado significa luto y penitencia. Se usa en Adviento, Cuaresma y Semana Santa

    Rojo significa el fuego del Espíritu Santo y el martirio. Se utiliza en las fiestas de los santos mártires y en Pentecostés.

    El Adviento es tiempo de espera para el nacimiento de Dios en el mundo. Es recordar a Cristo que nació en Belén y que vendrá nuevamente como Rey al final de los tiempos. Es un tiempo de cambio y de oración para comprometernos con Cristo y esperarlo con alegría. Es preparar el camino hacia la Navidad. Este tiempo litúrgico consta de las cuatro semanas que preceden al 25 de diciembre, abarcando los cuatro domingos de Adviento.

    Al terminar el Adviento, comienza el Tiempo de Navidad, que va desde la Navidad o Nacimiento, que se celebra el 25 de diciembre y nos recuerda que Dios vino a este mundo para salvarnos.

    La Epifanía se celebra cada 6 de enero y nos recuerda la manifestación pública de Dios a todos los hombres. Aquí concluye el Tiempo de Navidad.

    El Primer tiempo ordinario es el que va de la fiesta de la Epifanía hasta inicio de Cuaresma. En el Primer y Segundo tiempo ordinario del Año litúrgico, no se celebra ningún aspecto concreto del misterio de Cristo. En ambos tiempos se profundizan los distintos momentos históricos de la vida de Cristo para adentrarnos en la historia de la Salvación.

    La Cuaresma comienza con el Miércoles de Ceniza y se prolonga durante los cuarenta días anteriores al Triduo Pascual. Es tiempo de preparación para la Pascua o Paso del Señor. Es un tiempo de oración, penitencia y ayuno. Es tiempo para la conversión del corazón.

    La Semana Santa comienza con el Domingo de Ramos y termina con el Domingo de Resurrección. En el Triduo Pascual se recuerda y se vive junto con Cristo su Pasión, Muerte y Resurrección.

    El Domingo de Pascua es la mayor fiesta de la Iglesia, en la que se celebra la Resurrección de Jesús. Es el triunfo definitivo del Señor sobre la muerte y primicia de nuestra resurrección.

    El Tiempo de Pascua es tiempo de paz, alegría y esperanza. Dura cincuenta días, desde el Domingo de Resurrección hasta Pentecostés, que es la celebración de la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles. En esta fiesta se trata de abrir el corazón a los dones del Espíritu Santo.

    Después de Pentecostés sigue el Segundo tiempo ordinario del año litúrgico que termina con la fiesta de Cristo Rey.

    El eje del Año litúrgico es la Pascua. Los tiempos fuertes son el Adviento y la Cuaresma.

    Durante el Adviento, Navidad y Epifanía se revive la espera gozosa del Mesías en la Encarnación. Hay una preparación para la venida del Señor al final de los tiempos: “Vino, viene y volverá”.
    En la Cuaresma, se revive la marcha de Israel por el desierto y la subida de Jesús a Jerusalén. Se vive el misterio de la Muerte y Resurrección de Cristo: “Conversión y meditación de la palabra de Dios”.

    En el Tiempo Pascual se vive la Pascua, Ascensión y Pentecostés en 50 días. Se celebra el gran domingo: “Ha muerto, vive, ¡Ven Señor Jesús!

    En los tiempos ordinarios, la Iglesia sigue construyendo el Reino de Cristo movida por el Espíritu y alimentada por la Palabra: “El Espíritu hace de la Iglesia el cuerpo de Cristo, hoy ”.

    Los cambios de fechas en algunas fiestas del Año litúrgico.

    El Año litúrgico se fija a partir del ciclo lunar, es decir, no se ciñe estrictamente al año calendario. La fiesta más importante de los católicos, la Semana Santa, coincide con la fiesta de la "pascua judía" o Pesaj, misma que se realiza cuando hay luna llena. Se cree que la noche que el pueblo judío huyó de Egipto, había luna llena lo que les permitió prescindir de las lámparas para que no les descubrieran los soldados del faraón.
    La Iglesia fija su Año litúrgico a partir de la luna llena que se presenta entre el mes de marzo o de abril. Por lo tanto, cuando Jesús celebró la Última Cena con sus discípulos, respetando la tradición judía de celebrar la pascua - el paso del pueblo escogido a través del Mar Rojo hacia la tierra prometida - debía de haber sido una noche de luna llena. Hecho que se repite cada Jueves Santo.

    La Iglesia marca esa fecha como el centro del Año litúrgico y las demás fiestas que se relacionan con esta fecha cambian de día de celebración una o dos semanas.
    Las fiestas que cambian año con año, son las siguientes:

    · Miércoles de Ceniza
    · Semana Santa
    · La Ascensión del Señor
    · Pentecostés
    · Fiesta de Cristo Rey

    Ahora, hay fiestas litúrgicas que nunca cambian de fecha, como por ejemplo:

    · Navidad
    · Epifanía
    · Candelaria
    · Fiesta de San Pedro y San Pablo
    · La Asunción de la Virgen
    · Fiesta de todos los santos


    PASTORAL PROFÉTICA

    PASTORAL PROFETICA
    Comprende los grupos y ministerios encargados de llevar el priimer anuncio a los diferentes sectores del la población: niños, jovenes y adultos.

    Cabe destacar que dentro de esta área pastoral existen ministerios de suma importancia los cuales son:

    Comunidades eclesiales de base
    Ministerio de Evangelización

    Catequesis

    Pastoral Familiar

    Pastoral Juvenil



    Comunidades Eclesiales de Base
    Son pequeñas comunidades de personas evangelizadas que se reunen en casas, semanalmente, para estudiar diversos temas de nuestra vida de Iglesia, imitando las experiencias de las primeras comunidades cristianas, una vez al mes se realiza la asamblea de comunidades, donde se propicia el encuentro de todos los miembros de este ministerio. Cada comunidad tiene el nombre de un Santo, tienen un lema, tratando de seguir las enseñansas de su patrono se proyectan en alguna labor pastoral en la comunidad parroquial.


    Ministerio de evangelizacion
    Representa la respuesta como Iglesia al llamado de nuestro Señor Jesucristo de proclamar la Buena Noticia al mundo entero, por medio de este ministerio se coordina las misiones de nuestra parroquia.
    Catequesis
    Se ha logrado incorporar en tres áreas: catequesis infantil. catequesis de confirma y catequesis de adultos.
    Catequesis Infantil
    Es el grupo encargado de la preparación de los niños para que hagan su primera comunión.
    Esta formación dura tres años y hay un cuarto año llamado crecimiento en donde los niños pueden continuar su formación, luego de haber hecho su primera comunión.
    Otro grupo que trabaja en la formación de niños en la vida cristiana son los oratorios Salesianos. Se ha desarrollado en la filial de Sagrada Familia(Lomas del Río).
    Catequesis de Confirma
    Este grupo trabaja en la primera parte del año con jóvenes mayores de 15 años, la preparación se les da durante aproximadamente 4 meses de manera que la confirma coincida con el día de la Celebración de Pentecostés.
    Catequesis de adultos



    C u r s o s
    Curso pre bautismal
    Se realizan los segundos y cuartos sábados del mes, con el fin de preparar a los padres y padrinos para que sus hijos reciban el sacramento del Bautismo.
    Cursos pre matrimoniales
    Se encarga de los cursos de preparación para las parejas que desean contraer matrimonio, durante un fin de semana.
    Pastoral Familiar
    Se relaciona con la vida de nuestras familias y se subdivide en:

    Encuentros Conyugales: En cordinación con el movimiento que da origen a estos encuentros, se preparan retiros para las parejas con más de tres años de matrimonio, buscando el diálogo para mejorar su relación. Similar a este retiro se realizan de la misma forma encuentros familiares, parafamilias con hijos adolescentes.

    Parejas en situación irregular: Surge como necesidad ya que hay un gran número de parejas cuya situación les impide casarse por la Iglesia, deseosas de vivir una experiencia cercana a Dios y a la Iglesia. De esta manera se reúnen cada 15 días.

    Pastoral Juvenil

    Este Grupo se dedica a formar a los jóvenes de nuestra comunidad parroquial en su espiritualidad y en su vida cotidiana.


    Pastoral Social

    La Pastoral Social es una actitud de servicio concretada en acciones diversas por la cual, la Iglesia se hace presente en la sociedad, en sus integrantes y en sus estructuras para orientar y promover el desarrollo integral del hombre de acuerdo a los principios evangélicos.
    Los fines de la Pastoral Social son dos:
    Trabajar para lograr la liberación integral del hombre (del pecado personal y social por la comunión con Dios y con los demás) y una mayor solidaridad, fraternidad y justicia.
    Transformar la sociedad y construir la tan ansiada civilización del amor.
    Las metas de la Pastoral Social son principalmente tres:
    La formación: consiste en preparar a los agentes pastorales en las enseñanzas sociales de la Iglesia; educando integralmente a la persona en los valores cristianos
    El desarrollo consiste en ejecutar acciones que ayuden al hombre y a la sociedad a lograr el progreso material y espiritual; logrando que cada hombre aprenda a valerse por sí mismo y llegue a ser protagonista de su propio destino. “Es el paso de condiciones de vida menos humana a más humanas” (Pablo VI).
    La asistencia, que es la primera exigencia de la caridad, es la ayuda inmediata, en forma material, con actitud de misericordia.
    1. Las dimensiones de la Pastoral
      La acción pastoral de la Iglesia se desarrolla en tres dimensiones:
    • Profética: conocimiento, difusión y profundización del mensaje de Cristo.


    • Litúrgica: celebración del misterio de Cristo en los sacramentos.


    • Caritativa: testimonio de amor y de servicio preferentemente a los más necesitados.
      Cada comunidad creyente organiza su dimensión profética, litúrgica y solidaria. Las tres son imprescindibles; las tres son complementarias.
    2. Vivencia Personal de las tres dimensiones
    Cada creyente debe vivir estas tres dimensiones pastorales:
    • Conocimiento del mensaje de Jesús,
    • Celebrándolo en los Sacramentos,
    • Viviéndolo en el compromiso de la justicia y caridad.
    Podemos centrar nuestro esfuerzo en otras dimensiones de la acción pastoral o del compromiso, pero no podremos nunca dejar de lado el mandamiento del amor, debemos vivirlo en la Iglesia, en medio de la comunidad, lugar donde se pone en práctica el mandamiento del amor.

    PASTORAL LITÚRGICA

    LA PASTORAL LITÚRGICA


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    ¿QUÉ ES LA PASTORAL LITÚRGICA?

    Es toda la actividad que la Iglesia realiza orgánicamente en lo que respecta a su dimensión celebrativa-sacramental del Misterio Pascual de Cristo. Esta acción está orientada a celebrar la fe de los creyentes, a llevarlos a un compromiso de vida de acuerdo a los principios evangélicos y a propiciar una participación activa y consciente en las celebraciones litúrgicas de acuerdo con su propia condición, ministros o fieles laicos, de modo que hallen en ellas la fuente y la cumbre de toda su vida cristiana.

    IDENTIDAD DE LA PASTORAL LITÚRGICA

    Es un organismo de la Curia Diocesana de Pastoral que promueve la formación litúrgica de todo el Pueblo de Dios, la dignidad de las celebraciones litúrgicas y los encuentros de todos los agentes que participan en este pastoral.

    Está conformada por tres comisiones: Liturgia, Música litúrgica y Arte Sacro. Además de la Pastoral de Santuarios y piedad popular.

    OBJETIVO DE LA PASTORAL LITÚRGICA

    «Fortalecer el proceso de formación litúrgica para que cada celebración sea un encuentro vivo con Jesucristo que nos lleve a un auténtico testimonio».

    CRITERIOS DE ACCIÓN

    1. Vivir cada celebración de manera activa, gozosa y comunitaria

    a). Profundizando en el misterio pascual

    b). Acompañando los equipos litúrgicos

    2. Impulsar el proceso de formación de manera concreta

    a). Formando adecuadamente en el ser y quehacer de cada ministerio

    b). Unificando modos y criterios de celebración

    3. Dignificar cada celebración de manera concreta

    a). Preparando debidamente cada celebración

    b). Llevando a la vida lo que se celebra

    4. Evangelizar las expresiones de religiosidad popular

    a). Valorando la riqueza que tienen

    b). Purificando los aspectos negativos

    http://www.liturgiamorelia.com/index.php?option=com_content&view=article&id=46&Itemid=70

    MIGUEL, GABRIEL Y RAFAEL, ARCÁNGELES

    Miguel, Gabriel y Rafael, Arcángeles
    Arcángeles, los únicos cuyos nombres constan en la Biblia, 29 de septiembre


    Miguel, Gabriel y Rafael, Arcángeles
    Miguel, Gabriel y Rafael, Arcángeles

    Arcángeles

    Martirologio Romano: Fiesta de los santos arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael. En el día de la dedicación de la basílica bajo el título de San Miguel, en la vía Salaria, a seis miliarios de Roma, se celebran juntamente los tres arcángeles, de quienes la Sagrada Escritura revela misiones singulares y que, sirviendo a Dios día y noche, y contemplando su rostro, a él glorifican sin cesar.

    Son los nombres con que se presentan en la Sagrada Escritura estos tres príncipes de la corte celestial.

    Miguel aparece en defensa de los intereses divinos ante la rebelión de los ángeles malos; Gabriel, enviado por el Señor a diferentes misiones, anunció a la Virgen Maria el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios y su maternidad divina; Rafael acompañó al joven Tobías cuando cumplia un difícil encargo y se ocupó de solucionar difíciles asuntos de su esposa.

    Actualmente, se habla mucho de los ángeles: se encuentran libros de todo tipo que tratan este tema; se venden "angelitos" de oro, plata o cuarzo; las personas se los cuelgan al cuello y comentan su importancia y sus nombres.

    Hay que tener cuidado, pues se puede caer en dar a los ángeles atribuciones que no les corresponden y elevarlos a un lugar de semidioses, convertirlos en "amuletos" que hacen caer en la idolatría, o crear confusiones entre lo que son las inspiraciones del Espíritu Santo y los consejos de los ángeles.

    Es verdad que los ángeles son muy importantes en la Iglesia y en la vida de todo católico, pero son criaturas de Dios, por lo que no se les puede igualar a Dios ni adorarlos como si fueran dioses.

    A pesar de que están de moda, por otro lado, es muy fácil que nos olvidemos de su existencia, por el ajetreo de la vida y principalmente, porque no los vemos.

    Este olvido puede hacernos desaprovechar muchas gracias que Dios ha destinado para nosotros a través de los ángeles.

    Por esta razón, la Iglesia ha fijado dos festividades para que, al menos dos días del año, nos acordemos de los ángeles y los arcángeles, nos alegremos y agradezcamos a Dios el que nos haya asignado un ángel custodio y aprovechemos estos días para pedir su ayuda.

    Misión de los ángeles

    Los ángeles son seres espirituales creados por Dios por una libre decisión de su Voluntad divina. Son seres inmortales, dotados de inteligencia y voluntad.

    Debido a su naturaleza espiritual, los ángeles no pueden ser vistos ni captados por los sentidos.

    En algunas ocasiones muy especiales, con la intervención de Dios, se han visto y oído materialmente. La reacción de las personas al verlos u oírlos ha sido de asombro y de respeto. Por ejemplo, los profetas Daniel y Zacarías.

    En el siglo IV, el arte religioso representó a los ángeles con forma de figura humana. En el siglo V, se le añadieron las alas, como símbolo de su prontitud en realizar la Voluntad divina y en trasladarse de un lugar a otro sin la menor dificultad.

    En la Biblia encontramos algunos motivos para que los ángeles sean representados como seres brillantes, de aspecto humano y alados. Por ejemplo, el profeta Daniel escribe que un "ser que parecía varón" -se refería al arcángel Gabriel- volando rápidamente, vino a él (Daniel 8, 15-16; 9,21). Y, en el libro del Apocalipsis, son frecuente las apariciones de ángeles que claman, tocan las trompetas, llevan mensajes o son portadores de copas e incensarios; otros que suben, bajan o vuelan; otros que están de pie en cada uno de los cuatro puntos cardinales de la tierra o junto al trono del Cordero, Cristo.

    La misión de los ángeles es amar, servir y dar gloria a Dios, ser mensajeros y cuidar y ayudar a los hombres. Ellos están constantemente en la presencia de Dios, atentos a sus órdenes, orando, adorando, vigilando, cantando y alabando a Dios y pregonando sus perfecciones. Se puede decir que son mediadores, custodios, guardianes, protectores y ministros de la justicia divina.

    La presencia y la acción de los ángeles aparece a lo largo del Antiguo Testamento, en muchos de sus libros sagrados. Aparece frecuentemente, también, en la vida y enseñanzas de Nuestro Señor, Jesucristo, en la Carta de san Pablo, en los Hechos de los Apóstoles y, principalmente, en el Apocalipsis.

    Con la lectura de estos textos, podemos descubrir algo más acerca de los ángeles:

    • nos protegen, nos defienden físicamente y nos fortalecen al combatir las fuerzas del mal.
    • luchan con todo su poder por y con nosotros.

    Como ejemplo, está la milagrosa liberación de San Pedro que pudo huir de la prisión ayudado por un ángel (Hechos 12, 7 y siguientes). También, aparece un ángel deteniendo el brazo de Abraham, para que no sacrificara a su hijo, Isaac.

    Los ángeles nos comunican mensajes importantes del Señor en determinadas circunstancias de la vida. En momentos de dificultad, se les puede pedir luz para tomar una decisión, para solucionar un problema, actuar acertadamente y para descubrir la verdad.

    Por ejemplo, tenemos las apariciones a la Virgen María, a San José y a Zacarías. Todos ellos recibieron mensajes de los ángeles.

    Los ángeles cumplen, también, las sentencias de castigo del Señor, como el castigo a Herodes Agripa (Hechos de los Apóstoles) y la muerte de los primogénitos egipcios (Exódo 12, 29).

    Los ángeles presentan nuestras oraciones al Señor y nos conducen a Él. Nos acompañan a lo largo de nuestra vida y nos conducirán, con toda bondad, después de nuestra muerte, hasta el trono de Dios para nuestro encuentro definitivo con Él. Este será el último servicio que nos presten pero el más importante. El arcángel Rafael dice a Tobías: "Cuando ustedes oraban, yo presentaba sus oraciones al Señor", (Tob 12, 12 - 16).

    Ellos nos animan a ser buenos pues ven continuamente el rostro de Dios y también ven el nuestro. Debemos tener presentes las inspiraciones de los ángeles para saber obrar correctamente en todas las circunstancias de la vida. "Los ángeles se regocijan cuando un pecador se arrepiente", (Lucas 15, 10).

    Jerarquía de los ángeles

    Se suelen enumerar nueve coros u órdenes angélicos. Esta jerarquía se basa en los distintos nombres que se encuentran en la Biblia para referirse a ellos. Dentro de esta jerarquía, los superiores hacen participar a los inferiores de sus conocimientos.
    Cada tres coros de ángeles constituyen una jerarquía y todos ellos forman la corte celestial.


    1. Jerarquía Suprema:
      serafines
      querubines
      tronos
    2. Jerarquía Media:
      dominaciones
      virtudes
      potestades
    3. Jerarquía Inferior:
      principados
      arcángeles
      ángeles

    Serafines: Son los "alabadores" de Dios. Serafín significa "amor ardiente". Los serafines alaban constantemente al Señor y proclaman su santidad.
    (Isaías 6, 17)

    Querubines: Son los "guardianes" de las cosas de Dios. Aparecen como encargados de guardar el arca de la alianza y el camino que lleva al árbol de la vida. Entre dos querubines comunica Yahvé sus revelaciones. "Se sienta sobre querubines".
    (Génesis, Éxodo, en la visión de Ezequiel, 1, 4 y Carta a los Hebreos, 9,5).

    Potestades, Virtudes, Tronos, Principados y Dominaciones:

    En la Biblia encontramos estos diversos nombres cuando se habla del mundo angélico. Hay quien interpreta los nombres de los ángeles como correspondientes a su grado de perfección. Para San Gregorio, los nombres de los ángeles se refieren a su ministerio:

    1. los principados son los encargados de la repartición de los bienes espirituales
    2. las virtudes son los encargados de hacer los milagros
    3. las potestades son los que luchan contra las fuerzas adversas
    4. las dominaciones son los que participarán en el gobierno de las sociedades
    5. los tronos son los que están atentos a las razones del obrar divino.


    Existe, también, una jerarquía basada en los distintos nombres que se encuentran en la Biblia para referirse a ellos. A los arcángeles les podríamos llamar los "asistentes de Dios". Son ángeles que están al servicio directo del Señor para cumplir misiones especiales.


    1. Arcángel San Miguel: es el que arrojó del Cielo a Lucifer y a los ángeles que le seguían y quien mantiene la batalla contra Satanás y demás demonios para destruir su poder y ayudar a la Iglesia militante a obtener la victoria final. El nombre de Miguel significa "quien como Dios". Su conducta y fidelidad nos debe invitar a reconocer siempre el señoría e Jesús y buscar en todo momento la gloria de Dios.
    2. Arcángel San Gabriel: en hebreo significa "Dios es fuerte", "Fortaleza de Dios". Aparece siempre como el mensajero de Yahvé para cumplir misiones especiales y como portador de buenas noticias. Anunció a Zacarías el nacimiento de Juan, el Bautista y a la Virgen María, la Encarnación del Hijo de Dios.
    3. Arcángel San Rafael: su nombre quiere decir "medicina de Dios". Tiene un papel muy importante en la vida del profeta Tobías, al mostrarle el camino a seguir y lo que tenía que hacer. Tobías obedeció en todo al arcángel San Rafael, sin saber que era un mensajero de Dios. Él se encargó de presentar sus oraciones y obras buenas a Dios, dejándole como mensaje bendecir y alabar al Señor, hacer siempre el bien y no dejar de orar. Se le considera patrono de los viajeros por haber guiado a Tobías en sus viajes. Es patrono, también, de los médicos (de cuerpo y alma) por las curaciones que realizó en Tobit y Sara, el padre y la esposa de Tobías.

      Los ángeles custodios

      Dios ha asignado a cada hombre un ángel para protegerle y facilitarle el camino de la salvación mientras está en este mundo. Afirma sobre este tema San Jerónimo: "Grande es la dignidad de las almas, cuando cada una de ellas, desde el momento de nacer, tiene un ángel destinado para su custodia".

      En el Antiguo Testamento se puede observar como Dios se sirve de sus mensajeros para proteger a los hombres de la acción del demonio, para ayudar al justo o librarlo del peligro, como cuando a Elías lo alimentó un ángel, (1 Reyes, 19, 5).

      En el Nuevo Testamento también se pueden observar muchos sucesos y ejemplos en los que aparecen estos seres: el mensaje a San José para que huyera a Egipto y los ángeles que sirvieron a Jesús, después de las Tentaciones en el desierto, entre otros ejemplos.

      Se puede decir que los ángeles custodios son compañeros de viaje, que siempre estarán al lado de cada uno de nosotros, en las buenas y en las malas, sin separarse ni un solo momento. Está a nuestro lado mientras trabajamos, descansamos, cuando nos divertimos y cuando rezamos, cuando le pedimos ayuda y cuando le olvidamos. Y, lo más importante, es que no se aparta de nosotros ni siquiera cuando perdemos la gracia de Dios por el pecado. Nos presta auxilio para enfrentar de mejor ánimo las dificultades y tentaciones de la vida diaria.

      Muchas veces se piensa en el ángel de la guarda como si fuera algo infantil. Pero, si pensamos que al crecer la persona se enfrentará a una vida con mayores tentaciones y dificultades, el ángel custodio será de gran ayuda.

      Para que la relación de la persona con el ángel custodio sea eficaz, necesita hablar con él, llamarle, tratarlo como el amigo que es. Así podrá convertirse en un fiel y poderoso aliado nuestro.

      Debemos confiar en nuestro ángel de la guarda y pedirle ayuda, pues además de que él nos guía y nos protege, está muy cerca de Dios y le puede decir directamente lo que queremos o necesitamos.

      Recordemos que los ángeles no pueden conocer nuestros pensamientos ni deseos íntimos si nosotros no se los hacemos saber de alguna manera, ya que sólo Dios sabe lo que hay dentro de nuestro corazón. Ellos, en cambio, sólo pueden conocer lo que queremos intuyéndolo por nuestras obras, palabras, gestos, etc.

      También podemos pedirle favores especiales a los ángeles de la guarda de otras personas para que las protejan de determinados peligros o las guíen en situaciones difíciles.

      ¿Qué nos enseñan los ángeles?

      Nos enseñan a:

      1. glorificar al Señor, proclamar su santidad y rendirle sus homenajes de adoración, de amor y de ininterrumpida alabanza.
      2. cumplir con exactitud y prontamente todas las órdenes que recibimos del señor y a cumplir su Voluntad sin discutir sus mandatos ni aplazando el cumplimiento de éstas.
      3. servir al prójimo, pues ellos están preocupados por nosotros y quieren ayudarnos en las diversas circunstancias que se nos presentan en la vida. Esto nos anima a compartir con nuestros hermanos penas y alegrías.

      ¿Quiénes son los ángeles caídos?

      Dios creó a los ángeles como espíritus puros, todos se encontraban en estado de gracia. Pero algunos, encabezados por Luzbel, el más bello de los ángeles, por su malicia y soberbia se negaron a adorar a Jesucristo, Dios hecho hombre, por sentirse seres superiores. Así, rechazaron eternamente a Dios con un acto inteligente y libre de su parte.
      A Luzbel -también denominado Lucifer, Diablo o Satán- junto con los ángeles rebeldes que le siguieron -convertidos en demonios- fueron arrojados del Cielo al infierno. Quedaron confinados a un estado eterno de tormento en donde nunca más podrán ver a Dios.

      No cambiaron su naturaleza, siguen siendo seres espirituales y reales.
      Lucifer es el enemigo de Dios. Jesús le llama “el engañador”, “el padre de la mentira”. Su constante actividad en el mundo busca apartar a los hombres de Dios mediante engaños e invitaciones al mal. Quiere evitar que lo conozcan, que lo amen y que alcancen la felicidad eterna. Es un enemigo con el que se tiene que luchar para poder llegar al Cielo.

      Los demonios se encuentran organizados en jerarquías, tal y como fueron creados en un principio, subordinados los inferiores a los superiores.
      Satanás y sus demonios comenzaron sus maléficas acciones con Adán y Eva y no se dan por vencidos en su labor. Aprovechan la inclinación del hombre hacia el mal por su naturaleza que quedó dañada después del pecado original. Son muy astutos, disfrazan el mal de bien. Su acción ordinaria en el hombre es la tentación. Por ello rezamos en el Padrenuestro: “...no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal.”

      ¿Por qué creer en los ángeles?

      Toda la Sagrada Escritura está llena de versículos y capítulos completos que hablan de los ángeles. Si creemos en la Sagrada Escritura, no podemos negar la existencia y la acción de los ángeles.

      Además del testimonio de la Revelación, tenemos el de los Santos Padres de la Iglesia quienes nos dejaron bellas y sugestivas descripciones de los ángeles que fueron retomadas por Santo Tomás no sólo en el aspecto teológico sino en un dinamismo cristiano. La Iglesia ha definido dogma de fe la existencia de los ángeles.

      El culto a los ángeles de la guarda comenzó en la península Ibérica y después se propagó a otros países. Existe un libro acerca de esta devoción en Barcelona con fecha de 1494.

      El Concilio IV de Letrán, en 1215, se señaló que Dios es creador de todas las cosas, de las visibles y de las invisibles, de las criaturas espirituales y las corporales. Se señaló que a unas y a otras, las creó de la nada.

      En 1870, debido al materialismo y racionalismo que imperante en esa época, el Concilio Vaticano I afirmó de nuevo la existencia de los ángeles.

      Pablo VI volvió a poner de manifiesto la existencia de los ángeles en 1968, al formular el Credo.

      En la reforma litúrgica de la Iglesia de 1969, quedó establecido el día 29 de septiembre para dar culto a los arcángeles San Miguel, San Rafael y San Gabriel y el día 2 de Octubre, para rendir culto a los ángeles custodios.

      Oración a San Miguel Arcángel

      San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla.
      Ayúdanos a luchar contra el mal.
      Que Dios oiga tu voz y tú, como jefe del ejército del Cielo,
      combate y vence a Satanás
      y a todos los espíritus malos que andan por el mundo
      deseando la ruina de las almas.
      Amén.

      Oración al Ángel de la Guarda

      Ángel del Señor, que eres mi custodio,
      Puesto que la Providencia soberana me encomendó a ti,
      Ilumíname, guárdame, rígeme y gobiérname
      en este día.
      Amén.

      Ángel de la Guarda, dulce compañía
      No me desampares, ni de noche ni de día,
      hasta que me encuentre en los brazos de Jesús y de María.
    http://www.es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=581